Centro Psicológico Loreto
Cómo gestionar un divorcio con los hijos.

Aunque lo ideal es que el niño pueda vivir feliz con ambas figuras parentales, esto no siempre es posible. Cuando llega este momento de separación, afecta inevitablemente a los hijos. ¿Cómo gestionarlo de la mejor forma posible?
La meta es hacerlo de la manera que reduzca en la mayor medida posible el impacto que va a suponer este cambio en los hijos de manera inexorable.
Algunas pautas generales que pueden ayudar en la gestión de estas situaciones tan sensibles son:
1. Es mejor dar la noticia juntos. Conviene explicar que papá y mamá se han dejado de querer como novios y que por eso ya no van a vivir juntos. No se debe dejar a entender, y si es preciso se debe aclarar, que la separación de los padres sea culpa del menor y que puedan culparse por ello. Es algo frecuente en los niños que piensen que se han portado mal y que por ello sus padres se separan. Su pensamiento está todavía escasamente desarrollado y pueden precisar aclaraciones al respecto.
2. No hablar mal del excónyuge delante del niño. Hay muchas formas de mostrar actitudes, pequeños comentarios, que generan una primera división y un doble territorio muy peligroso: el de buenos y malos. Hay que tener en cuenta que los niños necesitarán tempranamente y a lo largo de su vida referentes de seguridad y confianza. Hablar mal del otro progenitor va a contribuir a debilitar la proximidad y referencia al modelo parental descalificado y su figura. El problema de la pareja no debe trasladarse al menor. Se debe ser consciente de ello y lograr una autorregulación adecuada al respecto.
3. Tenemos que entender que los niños van necesitar un tiempo para entender lo que está ocurriendo. No nos debe extrañar respuestas del tipo, "vale, ¿y ahora me puedo ir a jugar con mis juguetes?" porque van a necesitar aproximaciones sucesivas a un fenómeno complejo dada su inmadura estructura de pensamiento.
4. Prestar atención a lo positivo como: "ahora vas a tener dos casas, dos habitaciones, podrás hacer cosas con los dos, pero por separado" puede ser una fórmula adecuada de iniciar la focalización y reformulación de la nueva situación.
5. Es muy necesario llegar a unos mínimos acuerdos compartidos en cuanto a hábitos, rutinas y aspectos educativos para que los niños alcancen un funcionamiento lo más equilibrado posible en las dos casas y no lleguen a comentarios como "pues en casa de papá si me dejan", "si no me dejas hacer esto me voy con mamá" y otros tipos de chantajes.
6. No comprar al niño. No inundarle con regalos. Es mejor escuchar, querer, ayudar, proporcionar seguridad que dejarnos llevar por incentivos cortoplacistas que no construyen base ni vínculo.
7. Permitir su expresión en libertad. Tiene derecho a decir que echa de menos a mamá o a papá cuando no está con él o ella.
8. No usar a los hijos como armas para hacer daño a la expareja. Situar al niño en este territorio es muy peligroso dado que no cuenta con herramientas para entenderlo y afrontarlo. Tampoco para posicionarse. Quedará vacío un espacio muy importante en su base de seguridad personal y finalmente toda esta forma de actuar nos será devuelta como un boomerang.
9. Saber y esperar que el niño va a necesitar un tiempo de adaptación a esta nueva situación. Es frecuente que en un principio los niños quieran que los progenitores vuelvan a estar juntos a toda costa. Conviene escucharles, mostrarse pacientes y comprensivos, pero mostrar también que eso no podrá ser. En estos casos la paciencia va a ser la mejor aliada, ya que enumerar defectos del otro progenitor ante las insistentes preguntas "no es una opción".
Es importante dirigirse a un tipo de mensaje que transmita al niño que va a aprender a ser feliz y estar contento aunque sus padres ya no vivan juntos. Ayudarle a buscar los buenos momentos vividos con cada uno puede ser una buena forma de empezar.
Sergio Algar | Psicólogo Col. Nº M-22702
Centro Psicológico Loreto Charques
Referencias: Álava, S. “Queremos hijos felices”.
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