Centro Psicológico Loreto
Cuéntale al perro del juzgado lo que ha pasado.

Imagina que eres pequeño, imagina que sin saber muy bien por qué, te encuentras rodeado de adultos que no paran del preguntarte por eso que sucedió aquella vez y de lo que no quieres hablar. No quieres… ni sabes de qué manera hacerlo sin sentir vergüenza, culpa o miedo, porque aquello que sucedió esa y otras veces ya te hace sentir lo suficientemente mal como para querer enterrarlo en algún sitio muy lejano, dentro de un cofre con muchos candados y tirar las llaves al mar.
Imagina que entre tanto caos y confusión aparece un aliado de cuatro patas que te reconforta y te calma, te hace sentir protegido y arropado.
Desde 2014 se lleva utilizando la figura del perro de apoyo en los juzgados 23, 25, 27, 29 y en la Audiencia Provincial de Familia de la Comunidad de Madrid. Este “coterapeuta” peludo acompaña a los menores a la hora de afrontar los difíciles trámites por los que tienen que pasar los niños y niñas implicados en algún proceso judicial.
Esta iniciativa llegó importada de EE.UU., donde desde hace mucho tiempo empleaban el programa “courthouse dogs” habiendo obtenido muy buenos resultados y quedando acreditada la eficacia de los perros a la hora de facilitar a los menores participar en el proceso. Y es que, paradójicamente, es un animal el que humaniza el entorno judicial y hace de colchón entre el niño y el mundo adulto, entre el miedo a hablar y la tranquilidad.
Adentrándonos un poco más en el reporte beneficioso de la intervención, podemos señalar que la presencia del perro como elemento tranquilizador durante las exploraciones y entrevistas realizadas por el equipo psicosocial de los juzgados es más que evidente.
Al tenerlo el menor como centro de atención, consigue bajar los niveles de ansiedad y potenciar la comunicación, pudiéndose abstraer del entorno amenazante que le rodea.
Las caricias y el contacto con el animal consiguen que bajen las defensas y se exteriorice el estrés permitiendo a los profesionales realizar una intervención menos invasiva y más eficiente. Una vez acabado, el niño se va con una motivación muy diferente, sabiendo que su compañero peludo del juzgado estará ahí siempre que tenga que volver, reduciendo así los efectos negativos de este tipo de experiencias, como puede ser la doble victimización.
Pero… ¿qué tipo de perros son los adecuados para este tipo de tareas?. El perfil de los perros de apoyo emocional en juzgados tiene que ser muy concreto ya que lo que se busca es que sea una herramienta de soporte, que reconforte y de tranquilidad y sosiego.
Si bien hay determinadas razas que pueden encajar más en este perfil por sus características innatas o por la facilidad de ser adiestrados, será el trabajo a la hora de entrenarlos para mantener la calma, controlar impulsos y acompañar lo que determine qué peludo es el más idóneo para este tipo de tareas.
En definitiva, el incorporar perros en las sedes judiciales para acompañar a los más pequeños se convierte en un recurso interesante, necesario, humanizador, un recurso que piensa más allá de objetivos de los adultos y que engancha con el epicentro emocional de los menores. Ojalá más de ellos también para mayores víctimas de abuso sexual, de violencia o de cualquier otro delito en el que las palabras se atascan y las emociones nos hacen bloquearnos.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques