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¿Qué pasa conmigo?


Sin TDAH
Sin TDAH

¿Estamos cuidando adecuadamente a nuestros hijos sin TDAH?


Es muy interesante lo que se ha encontrado en #Investigaciones de #familias con niños con enfermedades limitantes crónicas en las que se ha sondeado la percepción de calidad de vida de todos sus componentes.


En esta investigación se aplicaba un cuestionario de sensación de felicidad propia, pero también la opinión de cómo vemos de felices a los otros componentes de la familia.


Los resultados son muy interesantes, porque indican que ambos padres, sobreestiman el sufrimiento y subestiman la capacidad de adaptación del niño enfermo. Dan por sentado que su hijo convaleciente #sufre más de lo que en realidad lo hace.


Por el contrario, ambos padres, también tienden a sobreestimar el nivel de percepción de calidad de vida, de satisfacción real que sienten sus hijos sanos. Es decir, piensan que sus hijos sanos son más #felices de lo que en realidad expresan.


La interpretación que hacen es la siguiente. Parece ser que los padres suelen volcarse en el cuidado de su hijo convaleciente, del que ellos perciben que necesita más ayuda, y apoyo emocional. Los #hermanos sanos son los que suelen pagar la factura de este coste añadido para los padres, quedan parcial o totalmente #desatendidos. Ante la necesidad de la familia de implicarse en el cuidado del hermano enfermo, suelen tener que hacer grandes sacrificios.


Aunque esta investigación está dirigida a familias con hijos con patologías cardíacas, en la consulta nos encontramos con estos mismos fenómenos, o muy similares, habitualmente en familias con algún hijo diagnosticado de #TDAH.


Según su edad y temperamento podrían reaccionaran de diferentes maneras:


- Algunos de ellos pueden llegar a ocultar o negar sus problemas o necesidades, intentando no colapsar el sistema familiar. Algunos incluso pueden llegar a adoptar el rol de cuidador, no solo del hermano #enfermo, sino de unos padres sobrepasados por la situación, lo que supone una carga de #responsabilidad para el que no están preparados. Son niños que ayudan mucho y son percibidos como generosos y sacrificados.


- En otras ocasiones el niño sano puede llegar a competir por las atenciones paternas, llegando a desarrollar conductas oposicionistas o #desafiantes, porque siempre es mejor ser un “niño malo o rebelde” que no ser visto.


- En la mitad del espectro estarán los #niños que pasarán desapercibidos. Sin hacer ruido estos niños parecen adaptados a la situación, pero igualmente son niños cuya #autoestima corre peligro, pues están en la continua vivencia de que son secundarios, interiorizan que no son lo suficientemente valiosos para ser tenidos en cuenta.


No nos olvidemos de los padres. Es imprescindible hablar de las necesidades y cuidados que requieren los propios cuidadores. Querer a nuestros hijos no implica que tengamos que negarnos como personas. Tenemos derecho a disfrutar de la vida en la medida de lo posible. Lo que “a priori” puede parecer un planteamiento egoísta, es en realidad algo de lo que se beneficia toda la familia. Comienzan a ser ya extendidos y popularmente conocidos los beneficios para todo el sistema familiar del “autocuidado del cuidador” y el mantenimiento de un mínimo de calidad de vida, al menos emocional, de los padres. La manera óptima de intervenir en el cuidado de nuestros hijos, sanos o enfermos, es desde un equilibrio y un correcto autocuidado.


En el entorno profesional ya se empieza usar el concepto de “familias emocionalmente sostenibles”. Estas familias se caracterizan por una adecuada gestión de la energía, ajustando y adecuando el gasto en los distintos ámbitos de la vida y atendiendo en la medida de lo posible las necesidades generales de la familia, al funcionamiento a largo plazo de todo el sistema familiar y no sólo del hijo enfermo.


Javier Hernández Matas

Psicólogo Col. Nº M-20253

Centro Psicológico Loreto Charques

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