Cuando nacen nuestros #hijos, nadie pone en duda que, para la mayoría de los padres y de las madres, es uno de los momentos más bellos de nuestra vida…
A medida que van pasando los meses, vivimos no con poca intensidad, tanto los ratos buenos que la crianza nos aporta, como los que suponen esfuerzo y cansancio por toda la energía que el cuidado de nuestros hijos nos requiere.
Para nadie son fáciles, las noches en vela, la preocupación de que esos niños “llenos de magia” enfermen, o que en cualquier momento puedan sufrir el más leve accidente.
Tampoco es fácil la etapa escolar, donde ponemos en manos de “desconocidos”, no solo ciertos aprendizajes necesarios para la inserción de nuestros hijos en la sociedad, sino que “confiamos” en que esas personas les traten como si fuéramos nosotros mismos.
Y de repente, sucede, y esos niños que ocupaban todo nuestro tiempo y esfuerzo, crecen y se hacen adolescentes, y después jóvenes que se enamoran, y un día sin esperarlo, “vuelan” de ese nido familiar en el que les protegíamos y pensábamos que nunca iban a dejar…
"Si alguien nos preparara para su partida"..., dicen algunas pacientes mías, sería mucho más fácil.
Y entonces comienza el duelo, para muchos rápido, lógico y saludable, pero para otros, los que han convertido a los hijos en su único centro, mas lento y doloroso, viviéndolo como una sensación de abandono y falta de sentido de vida, que en muchos casos conlleva a una #depresión que necesita tratamiento.
Y creo que, ante la falta de conocimientos sobre este y otros temas de la #psicología, harían muy bien las universidades, en aportarnos conocimientos sobre las diferentes etapas de la vida de los seres humanos y como lidiar con ellas como padres, y como personas que no hemos sido preparadas para afrontar este tipo de retos.
Os invito a que leáis mi próximo artículo, en el que os daré las pautas para afrontar la situación de manera sana y constructiva, y resolver las dudas que podáis tener al respecto.
María Jurado Madico
Psicóloga Col. Nº M-08685
Centro Psicológico Loreto Charques