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Sociedades Compasivas: El verdadero reto venidero para salir del colapso moderno.



Al término de su vida, Buda dijo que sus principales enseñanzas eran la atención consciente (#mindfulness) y la compasión (no causarse daño a uno mismo ni a los demás). Estas enseñanzas las desarrolló a través de un camino múltiple que incluye la meditación e imaginación compasiva, la conducta compasiva, el pensamiento compasivo, la atención compasiva, el sentimiento compasivo, el habla compasiva y los medios de vida compasivos. Este compuesto multimodal conduce a “la mente compasiva”, que hoy sabemos que acrecienta el #bienestar y afectan al funcionamiento cerebral en áreas de regulación emocional (Begley, 2007 y Davidson, 2003).


Hay que reconocer que las sociedades modernas son, de muchas maneras, poco coherentes con este modelo propuesto de bienestar y funcionamiento cerebral individual y colectivo, ya que nuestras vidas sufren, por un lado, condiciones sobreestimuladoras tanto de nuestro sistema de amenazas (situaciones de empleo precario, situaciones de vulnerabilidad a la pobreza) como de activación (“quiero más” y “necesito más”), creando de esta manera un caos entre nuestra necesidad de conexión y nuestro empeño en la comparación social (Gilbert, 2009; Pani, 2000; Wilkinson & Picket, 2009).


Las metas extrínsecas del materialismo y el individualismo, junto con la autoevaluación competitiva centrada en el estatus, ha hecho que las sociedades avancen sustancialmente en el abandono de metas intrínsecas y dificulten la conexión interior de los individuos, y cristalicen cualidades tales como la #cooperación, la #comunidad o el #compartir (Twenge, Gentile, DeWall, Lacefield y Schurtz, 2010).


Así, según el enfoque Metacognitivo (Fisher y Wells, 2009), los barruntamientos (mirar hacia atrás) y las preocupaciones (mirar hacia delante) estimulan continuamente el sistema de amenazas percibidas. Según este enfoque, los problemas surgen porque la atención está demasiado centrada en el yo y en la amenaza al yo.


De manera sencilla, podemos decir que cuanto más amenazados nos sentimos, más se dirigen hacia la amenaza tanto nuestra atención como nuestros pensamientos. Por ello, la #autocrítica, el barruntamiento y la preocupación continuarán circulando y estimulando nuestros sistemas de amenaza de nuestro sistema nervioso. A base de tiempo y práctica, estas rutas cerebrales las hacemos más y más fuertes en nosotros mismos.


La terapia y enfoque Compasivo propone como mecanismos de cambio:


  1. Liberarse de estimuladores internos de amenaza -como cavilaciones, autocríticas o rabia- (compartido con terapias metacognitivas y mindfulness), y reenfocarse hacia ideas de compasión.

  2. Ser capaz de “distanciarse” de modo compasivo de las propias tormentas interiores de la emoción y hacerse más “observador y contemplativo” de los propios pensamiento y sentimientos “tal y como surgen en lugar de quedarse atrapado en ellos”.

  3. Activar el regulador de amenazas cambiando el reenfoque a imaginación y atención compasiva.

  4. Ocuparse de las experiencias internas aversivas como memoria de traumas o emociones evitadas desarrollando primeramente una base compasiva interna.


Salir del colapso moderno pasará por dejar de percibir y crear miedos originados desde los sistemas de activación-amenaza. La práctica de la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás redundará en sentirnos menos en déficit de activación y con menor potencial receptor de amenazas externas e internas.


Individual y colectivamente tiene sentido. Seamos amables. Cooperemos. Seamos compasivos.


Sergio Algar Villa | Psicólogo Col. Nº M-22702

Centro Psicológico Loreto Charques


Referencias: Gilbert, P. (2015). Terapia Centrada en la Compasión. Desclee De Brouwer.

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