El impacto de la infancia en la personalidad adulta.
- Centro Psicológico Loreto
- 30 abr
- 4 Min. de lectura

El impacto de la infancia en la personalidad adulta.
¿Alguna vez te has preguntado por qué los psicólogos tienen tanta costumbre de preguntar por la infancia cuando acudimos a terapia por un problema que a priori no tiene nada que ver?
Esto en consulta es muy común, y en ocasiones genera malestar a los pacientes al no entender la relación de lo que les ocurre en el momento actual con lo que vivieron tantos años atrás.
Bueno, pues este interés por la etapa infantil y adolescente tiene un sentido. Y es que los vínculos y lazos afectivos que se generan en estos primeros años de vida, nos marcan mucho más de lo que creemos.
La infancia es una etapa fundamental en el desarrollo, ya que se forma nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Las experiencias infantiles, ya sean positivas o negativas pueden dejar una huella profunda en nuestra salud mental.
Cabe destacar que si bien esta no es la única etapa que nos influye en la psique, hay evidencias de que nos deja huellas de mucho peso. A continuación, se describen algunos de los aspectos que se generan en la infancia:
EL APEGO
Hemos escuchado hablar mucho de la teoría del apego, y a pesar de que no todos los profesionales de la salud están de acuerdo con el autor de esta teoría, es importante conocerla por la cantidad de estudios y metodologías que se llevan a cabo con esta base.
El apego es un vínculo emocional profundo que se forma entre el niño y sus figuras de apego primarias, generalmente padres o cuidadores principales. Desde el momento del nacimiento, el apego juega un papel crucial en el bienestar y el desarrollo del bebé. Y la calidad de la relación de apego influirá en la manera en la que los niños experimentan y responden al mundo que les rodea.
Según esta teoría, un estilo de apego seguro con el bebé, favorece las relaciones sanas y una mayor estabilidad emocional mientras que los apegos inseguros pueden generar dificultades en las relaciones interpersonales.
El estilo de apego ansioso puede generar dependencia emocional y miedo al abandono.
Y el estilo evitativo genera dificultad para confiar en los demás.
EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS
Cuando hablamos de traumas infantiles nos referimos a experiencias dolorosas, agobiantes o perturbadoras en las cuales, por el motivo que sea, el niño no tiene la capacidad u oportunidad de gestionarlas de manera sana.
Generalmente los niños necesitan de la ayuda de sus padres o cuidadores para gestionar emocionalmente lo que sienten, ya que no nacemos con esta habilidad.
Las experiencias traumáticas más estudiadas en la infancia son el abuso físico, emocional o la ausencia (tanto física como emocional) de las figuras de referencia.
Estas pueden generar en la edad adulta problemas como trastornos de ansiedad, depresión, dificultades en las relaciones sociales y problemas de regulación emocional.
VALORES Y CREENCIAS APRENDIDAS
Los valores que nos transmiten cuando somos niños de manera directa o indirecta actúan como la base de nuestra identidad y comportamiento. Moldean la manera en la que interpretamos el mundo y el modo en que tomamos decisiones.
Muchas veces estos valores se convierten en creencias aprendidas, de las cuales no somos conscientes y determinan lo que en la edad adulta nos preocupa.
Hay valores de los que nos sentimos muy orgullosos, y otros que sin darnos cuenta nos pueden perjudicar a la hora de buscar el bienestar emocional.
Es por eso, por lo que en muchas ocasiones razonamos los problemas y sabemos cuál sería la solución para dejar de sufrir, pero por otro lado hay una sensación dentro de nosotros que no nos permite tomar acción continuando así con el malestar.
Un ejemplo sencillo sería el de una persona que padece un cuadro de estrés agudo causado por el trabajo, e incluso sabiendo que necesita dejarlo o incluso solicitar una baja laboral, no se siente en el derecho de hacerlo debido a los valores de esfuerzo y sacrificio con los que creció.
ACOSO ESCOLAR
Las burlas, la exclusión, las amenazas, el ciberacoso o las agresiones físicas son algunas de las conductas que se consideran bullying. Cuando un niño o adolescente sufre alguna de estas experiencias tiene más probabilidades de desarrollar una herida emocional, la cual dependiendo de cómo se gestione, puede generar problemas en su vida adulta. Por eso es tan importante que los cuidadores actúen adecuadamente proporcionando apoyo y estrategias de gestión emocional.
Una autoestima dañada y el miedo al rechazo puede derivar en otros problemas como la fobia social, dificultades para las relaciones sociales o trastornos de ansiedad.
Conclusión:
Tal y como se ha observado, las experiencias vividas en la infancia pueden marcar profundamente la salud mental en la adultez, y por eso promover un ambiente seguro y de apoyo en la infancia es clave para prevenir problemas emocionales y relacionales en el futuro.
No obstante, es importante no ceñirse a estas teorías como único motivo de malestar psicológico en la vida adulta, ni mucho menos generar culpa en los padres o vínculos cercanos.
Las personas no somos únicamente producto de la educación, sino que estamos influenciados por diversos factores tanto internos como externos que conforman los adultos en los que nos convertimos.
Por lo que, si bien podemos comprender muchas cosas a través de las experiencias vividas en la infancia, siendo adultos tenemos la responsabilidad de trabajar en nuestra salud mental utilizando todas las herramientas que están a nuestro alcance.
Hoy en día es posible sanar las heridas emocionales, así como los traumas adquiridos a través de la terapia psicológica, la educación emocional y el autocuidado.
Ana I. Bonito Mateos
Psicóloga Col. Nº M-36648
Centro Psicológico Loreto Charques
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