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La tan temida adolescencia.


La tan temida adolescencia
La tan temida adolescencia

La tan temida adolescencia.


Según la RAE el significado de adolescencia es el período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud.


Según la OMS, es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años.


Normalmente dividida en: adolescencia temprana de 10 a 14 años y adolescencia media de 15 a 17 y tardía de 18 a 20 años, aunque alguna se solape.


Lo miremos como lo miremos a los padres la adolescencia se les suele presentar como una etapa de conflictos, etapa llena de tópicos donde la dificultad en establecer normas y límites interfieren en la #comunicación y relación con los hijos.


Lo primero que debemos es neutralizar los tópicos y centrarnos en el acompañamiento.

En esta etapa se producen cambios biológicos externos visibles y que todos identificamos, pero existen cambios estructurales cerebrales que es conveniente tener en consideración.


Se produce una poda neuronal, aunque continúan habiendo sinapsis neuronal, esto influye en la forma de pensar, sentir y comportarse. A esto hay que sumar cambios hormonales y ambientales. Todo esto ocurre en último lugar en las zonas prefrontales, responsables de la función ejecutiva, el director de orquesta.


Hasta los 12-13 años los niños tienen muchas más sinapsis de las que se necesitan y comienza la mayor poda que puede durar hasta los 20 años, se eliminan las que no se usan y necesitan y se refuerzan e incluyen otras nuevas, esto se produce de zonas menos evolucionadas cerebralmente hasta la parte prefrontal, la más evolucionada donde encontramos las funciones ejecutivas, que dirigen el comportamiento adolescente y adulto. Autocontrol, organización, planificación, flexibilidad… capacidades primordiales para el comportamiento adulto.


Ante este cambio el adolescente se presenta como una persona insegura, con miedos, y rodeado de tópicos que no ayudan a generar conductas acordes a las expectativas de la familia.

El adolescente, aunque incorpore un nuevo grupo de amigos no tiene por qué ser perjudicial para él; los padres siempre van a influir porque en el fondo necesitan de sus reglas.


Aunque la presión del grupo es primordial para ellos su fuerza no tiene por qué ser devastadora, seguirán por norma general, buscando los intereses comunes inculcados por sus familias en ideas, valores y actitudes similares.


La mayoría de los adolescentes piden libertad a gritos, aunque en el fondo se sienten necesitados de límites. No fallan los límites sino la forma y el lenguaje de establecerlos.


Lo que les molesta no es el límite en sí mismo, sino la imposición o fuerza de cómo se establece.

En general el adolescente no entiende de reglas, pero no por no querer cumplirlas sino porque no han sido consensuadas, comienza a tener cierto criterio, a sentir que no siempre coincide con lo que antes aceptaba o le gustaba, comienza a cuestionarse cosas y le gusta disentir para reafirmarse. No busca en los padres enemigos, busca una guía que genere una atención que la mayoría de las veces se convierte en negativa.


¿Cómo actuar?

 

  1. Anticiparnos en la medida de lo posible al conflicto, sabiendo seleccionar que batallas merecen la pena ganar.

  2. Ayudarles a tomar decisiones y no imponer las nuestras.

  3. No utilizar un lenguaje punitivo que directamente le señale, en 2ª persona y usar un lenguaje donde el énfasis de la preocupación recaiga en los padres, algo más de todos, tipo, nos gustaría que…, nos preocupa que… Indicar que esperamos de ellos en vez de señalar que es lo que no queremos.

  4. No hacer por ellos lo que ellos pueden hacer por sí mismos, dejar que se equivoquen.

  5. Apartar las amenazas y chantajes recurrentes, les saturan y no surgen efecto.

  6. Pactar de forma consensuada, repitiendo las veces que sea necesario y por escrito si fuese preciso, llegar a acuerdos de forma asertiva les ayudara a tener negociaciones y diálogos con sus iguales.

  7. Evitar la atención negativa, es decir no entrar en su discusión sabiendo que ya hemos seleccionado como padres cuales son las batallas a continuar y cuáles son limites inamovibles (aquellos que no solo afecten a su seguridad sino también a los valores establecidos por cada familia).

  8. Saber que, a más enfados de los padres, a más desilusión y frustración más alejamos al adolescente.

  9. Tener el convencimiento que es una etapa necesaria que pasará y no tiene por qué ser negativa y de lucha

  10. Nada de lo que ocurre es contra los padres sino contra las situaciones que no pueden controlar y les producen inseguridad.


Resumiendo, la adolescencia es una etapa que pasará y será más ventajosa para todos si los padres como adultos la ven como preparación a la vida adulta sin identificarla como etapa de distanciamiento real, aunque exista, se mantienen las bases inculcadas de niños. Reafirmarse y encontrarse es el destino del adolescente, dejemos atrás el tópico de que es una etapa donde se pierden y se convierten en indecentes.


Cuca Fernández Maseda

Licenciada en Pedagogía

Centro Psicológico Loreto Charques

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