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Huellas de la pandemia de 2020

  • Foto del escritor: Centro Psicológico Loreto
    Centro Psicológico Loreto
  • 11 jun
  • 3 Min. de lectura
Huellas de la pandemia de 2020.
Huellas de la pandemia de 2020.

Huellas de la pandemia de 2020.


Ya han pasado 5 años desde que escuchamos la palabra #COVID-19 por primera vez y todavía seguimos hablando de ello a día de hoy.


En 2020, el mundo se detuvo para todos de una manera inimaginable. La pandemia transformó nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos.


En aquel momento, teniendo en cuenta la gravedad de la situación y los riesgos de contagio ocasionados por el virus, así como el colapso de los sistemas sanitarios, se comprendió la necesidad de respetar las medidas de contención.  Las mascarillas o el aislamiento social formaban parte de nuestro día a día. Sin embargo, todo ello trajo consigo otros problemas secundarios para los que no estábamos preparados.


Apareció el miedo, la ansiedad debida a la incertidumbre, la necesidad de protección y los problemas relacionados con la interacción social.


A continuación, se presentan las principales consecuencias psicológicas identificadas por investigaciones los últimos años:


Ansiedad y depresión.


Se pudo constatar un incremento significativo en los casos de ansiedad generalizada, trastornos depresivos y ataques de pánico, especialmente durante los confinamientos. Y esto tiene sentido debido a la soledad que vivieron muchas personas aisladas en su casa o la incertidumbre de no saber si podríamos volver a la vida normal.


Por otro lado, hubo muchas pérdidas durante el confinamiento, y los familiares no pudieron elaborar su duelo de una manera sana debido a la imposibilidad de despedirse o hacer un cierre como hubieran necesitado.


Trastorno de estrés postraumático (TEPT).


Dicho trastorno se define según la OMS como el hecho natural sentir temor durante y después de una situación traumática. Se observaron síntomas de TEPT en personas que estuvieron gravemente enfermas, incluso hospitalizadas con cuidados intensivos, personas que perdieron seres queridos de manera inesperada, e incluso en sanitarios que presenciaron situaciones verdaderamente duras.


Trastornos del sueño.


Muchas personas afirman haber sufrido insomnio debido a la falta de actividad física, cambios en su rutina diaria y la situación de vivir bajo una alerta constante. Como es sabido, la ansiedad y el estrés son causantes de problemas de sueño y descanso saludable.


Miedo y Trastornos obsesivos.


A pesar de no tener seguridad sobre la duración de la pandemia, durante el tiempo de confinamiento recibimos muchas noticias sobre el número de contagios, número de fallecimientos y la evolución del virus.


Esto genera en las personas una necesidad de protección, llegando en muchos casos a una prevención excesiva, actitudes de desconfianza e incluso rechazo a las personas contagiadas.


Se detectó un incremento en los síntomas obsesivo-compulsivos sobre todo en relación a la higiene, y es que muchas medidas para combatir el virus estaban centradas en el lavado de manos y la desinfección de productos.


Otra de las maneras de sentir cierto control tras el confinamiento ante el posible contagio, era respetar la distancia de seguridad y la evitación de aglomeraciones.


Sin embargo, lo que en principio era una medida de protección, en muchos casos derivó en síntomas de agorafobia y problemas para relacionarnos como lo hacíamos anteriormente.


Impacto en la salud mental infantil y adolescente.


Si bien el ser humano se considera un ser social, hay ciertas etapas de la vida en las cuales la socialización es vital. Durante la infancia necesitamos de la interacción con otros para experimentar y adquirir habilidades sociales, normas de comportamiento y formas de comunicarse.


A lo largo de la adolescencia se comienza a formar la identidad, y para ello es necesario el contacto con iguales. A través de los otros se pueden experimentar distintos roles y valores con los que se va construyendo el autoconcepto y la autoestima.


Por eso la interrupción de las clases presenciales, el encierro dentro de las casas y la falta de interacción social afectaron en muchos casos el desarrollo de niños y adolescentes.


Conclusión


Como se ha podido comprobar, la pandemia del COVID-19 dejó huella en nuestra sociedad, y los efectos emocionales continúan resonando en la vida cotidiana de millones de personas.


Comprender este impacto desde una perspectiva psicológica nos ayuda a desestigmatizar el sufrimiento emocional promoviendo el cuidado mental como parte fundamental de la salud pública.


Los estudios revelan un aumento muy significativo de los pacientes que acuden a terapia psicológica tras la pandemia y esto, además de corroborar lo anterior, nos indica que hay una mayor conciencia de la salud mental.


Ana I. Bonito Mateos

Psicóloga Col. Nº M-36648

Centro Psicológico Loreto Charques

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