Desde que nacemos comenzamos un gran aprendizaje, recibimos miles de estímulos que intervienen en nuestras redes neuronales en las que creamos miles de conexiones.
#Atención, #memoria, #funcionesejecutivas, #razonamientoperceptivo, #intuición, #imitación, #asociación, #condicionamiento, #planificación, son algunos de los procesos que se activan cuando comenzamos un nuevo aprendizaje.
Nuestra plasticidad cerebral, que es la capacidad que tiene el sistema nervioso central para modificar su estructura y funcionamiento a lo largo de la vida, nos ayuda en estos procesos de aprendizaje creando nuevas estructuras y conexiones continuamente. Antiguamente se creía que la plasticidad cerebral era propia y exclusiva de la infancia; hoy en día sabemos que, aunque en menor medida, seguimos manteniendo esa plasticidad a lo largo de nuestra vida. Aquí es donde entra la neuro-plasticidad, que se refiere a la capacidad que tienen las neuronas para regenerarse tanto de forma anatómica como funcional creando nuevas conexiones sinápticas.
Cuando nacemos aprendemos millones de habilidades en muy poco tiempo, no solo aprendemos procesos básicos como son gatear, caminar, movernos de forma coordinada para no caernos, comer, saltar… También aprendemos procesos complejos como son leer y escribir, operaciones matemáticas, destrezas visuales, a evitar peligros, las relaciones sociales, aprender a administrarnos emocionalmente, así como en la vida diaria.
Esto se llaman curvas de aprendizaje, es decir, aprendemos de nuestro conocimiento y experiencia y podemos predecir a corto y medio plazo cosas de la vida diaria, como es cruzar una calle sin correr peligro de ser atropellados o el que todos nuestros actos tienen consecuencias claras (acción – reacción; acto -consecuencia) Durante la primera infancia estos aprendizajes son mayores.
Estas curvas de aprendizaje son la combinación de esfuerzos conscientes e inconscientes, almacenados en nuestra memoria a largo plazo.
Durante nuestra vida tenemos diferentes curvas de aprendizaje, al nacer tenemos ciertas conexiones neuronales que van cambiando continuamente cuando aprendemos algo y nos permiten crear una red de aprendizaje para repetir la misma acción a lo largo de nuestra vida. Pero si esa red no vuelve a ser usada se deteriora y deja de funcionar. Aquí es donde interviene la memoria y las diferentes formas de retener los aprendizajes.
Existen diferentes maneras en que nuestro cerebro crea estas redes de aprendizaje: el condicionamiento, la asociación, la imitación y la práctica.
El condicionamiento surge cuando a una experiencia determinada se asocia el mismo hecho concreto repetidas veces; también se produce condicionamiento si esta experiencia ocurre una sola vez, pero causa un trauma. Por ejemplo, si un perro te muerde, te pones nervioso cada vez que ves a un perro. Esta forma básica de aprendizaje se llama condicionamiento.
En la asociación se introduce un elemento externo que facilita la recuperación de las diferentes experiencias y habilidades, creando una red de ideas vinculadas en el cerebro. Así cuando activamos una parte de la red se activa en su totalidad. Por ejemplo, si al estudiar asociamos un color por tema nos resultará más fácil recordar lo relacionado con ese tema con la ayuda de ese elemento externo, nos es más fácil recuperar lo aprendido simplemente relacionándolo con el color.
La Imitación se da desde que somos pequeños, nuestros primeros aprendizajes son así. Nos sonríen y sonreímos. Las conductas de un adulto son imitadas por un niño porque finalmente aprende a relacionarse como se relaciona su entorno familiar. A medida que nos vamos haciendo mayores vamos aumentando la complejidad de estas imitaciones, ayudamos a poner la mesa, a reparar una cosa, a bailar, etc…
Y por último la práctica, cuanto más repites algo el aprendizaje es mayor; las repeticiones unen las células cerebrales en un circuito de memoria. De esta manera puedes aprender muchas habilidades para la vida. Por ejemplo: cuando comienzas a andar en bicicleta, puedes caerte muchas veces y puede ser aburrido, pero al cabo del tiempo comienzas a mantener el equilibrio y a andar recto sin caerte, luego aprendes a girar, frenar, etc. La práctica permite automatizar tareas en el cerebro que perduran en el tiempo. Aunque dejes de andar en bicicleta mucho tiempo al subirte a ella se activa la red de aprendizaje la cual te recuerda cómo hacerlo.
Hay que tener en cuenta que estas cuatro formas de crear redes de aprendizaje normalmente no son 100 % independientes, es muy habitual que se combinen unas con otras dando forma a nuestra memoria en un proceso complejo.
Y tú, ¿cómo aprendes?
Paola Porrúa Ocejo
Psicóloga Col. Nº M - 21274
Centro Psicológico Loreto Charques
Este artículo tiene mucha relación con mi anterior artículo sobre la atención, que puedes leer pulsando aquí.
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