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NAS: niños altamente sensibles. ¿Podemos ayudarles a ser más felices?


NAS: niños altamente sensibles
NAS: niños altamente sensibles

NAS: niños altamente sensibles. ¿Podemos ayudarles a ser más felices?

   

El #NAS, el rasgo de personalidad de niños y niñas altamente sensibles, fue definido por primera vez en 1991 por la psicóloga investigadora estadounidense Elaine Aron. No se trata de un trastorno psicológico ni de una enfermedad sino de un rasgo de personalidad.


Se trata de personas que se emocionan muy fácilmente, se preocupan y agobian más de lo esperado. Incluso las luces, ruidos estridentes u olores fuertes les producen un malestar excesivo.


El conocido como NAS es de carácter hereditario y se manifiesta desde muy temprana edad. Puede llegar a afectar a uno de cada cinco niños, aunque habitualmente se habla del 15% de la población. Se convierte en una característica que habitualmente condiciona su desarrollo debido a que afecta al modo en que sienten las cosas y perciben las situaciones, y por tanto en cómo aprenden y se relacionan con su entorno.


Estos niños poseen un sistema sensorial muy agudo. Captan pequeños detalles que otros no perciben. Sus sentidos están muy desarrollados y son capaces de procesar cognitivamente la información sensorial, emocional y social con más profundidad. Los estudios de neuroimagen demuestran que tienen mejor desarrolladas las áreas relacionadas con el procesamiento profundo de la información y con la empatía. Tienen mayor cantidad de neuronas espejo y los niveles de serotonina y dopamina, responsables del estado de ánimo, también son muy particulares.


Tienden a ser niños y jóvenes muy reflexivos, dan muchas vueltas a las cosas, son intuitivos, muy cariñosos y poco impulsivos. El análisis de lo que ocurre a su alrededor con detenimiento es crucial para ellos. Así mismo siempre buscan respuestas de todo lo que no comprenden. Su mundo interior es rico y su gran sensibilidad consigue que disfruten de la naturaleza, de la belleza, a la vez que habitualmente son muy creativos y les llama la atención el dibujo, la pintura, la música, etc. 


Todo ello influye en la forma en que ven el mundo y en la manera en la que van a construir su propia identidad.

En la escuela manifiestan madurez y tienden a profundizar más que los niños de su edad. En lo social a veces les cuesta conectar porque no tienen los mismos intereses o porque les cuesta manifestar sus inquietudes o gustos por sentirse poco comprendidos.


El rasgo NAS no tiene relación con la inteligencia en cuanto a un cociente intelectual, pero sí está estrechamente relacionado con un procesamiento de la información analítico, esto es centrado en los detalles, y con cierta pérdida de visión de conjunto. Tanto que en ocasiones les lleva a deliberar demasiado sin decidirse fácilmente. Analizan todo en demasía, y luego actúan. Son muy sensibles a la crítica y tienen habitualmente mucho miedo a cometer errores.


Pero lo que a los padres nos suele preocupar es que estos niños suelen experimentar emociones negativas con muchísima intensidad. Por ejemplo, el #miedo, los #celos, las #injusticias o la #frustración les abruman, y se sienten a menudo #incomprensión. Las #emociones hacen que les cueste en ocasiones tomar decisiones, que evitan el afrontamiento de los problemas y que les cueste mucho expresar sus emociones o deseos. Esta vivencia y sentimiento de incomprensión les genera un malestar muy notable.


Por esta razón es tan importante que desde pequeños detectemos estas dificultades y les ayudemos a una correcta gestión de las emociones. Han de sentir que empatizamos con ellos e ir de nuestra mano para ir afrontando las dificultades y desarrollar estrategias para conseguir que las cosas no se vivan de manera tan intensa e importante.


¿Cómo podemos ayudarles y acompañarles? Las claves:


  1. Aceptar con comprensión y serenidad su rasgo de personalidad e integrarlo en su vida. Aceptarle cómo es y atender a sus necesidades evitando la sobreprotección.

  2. Enseñarle a pedir ayuda siempre que lo necesite sin sentir vergüenza.

  3. Realizar control adecuado de la información que le llega (redes, pantallas, etc.) desde edades tempranas. Ya que la interpretación de ciertas imágenes o noticias puede afectarle mucho, y nosotros hemos de guiarles en una comprensión más adaptada de esos contenidos.

  4. Entrenamiento en la identificación de sus emociones. Así mismo analizar las consecuencias conductuales que tienen las mimas. Será clave para su desarrollo y para conseguir una buena inteligencia emocional.

  5. Aprender algunas técnicas de desactivación, respiración o relajación para mitigar la ansiedad o estrés.

  6. Desarrollar una escucha activa, y una comunicación basada en el respecto. Permitirles momentos en los que necesite estar solo, momentos tranquilos le permitirán conectar con él mismo. Muchas veces les llaman la atención actividades artísticas (dibujo, música o lectura) que además de desarrollar su lado creativo les sirven de ayuda para relajarse.

  7. Animarle a desarrollar actividades socializadoras y a tener una amplia red social. Esto le ayudará a comunicar adecuadamente sus deseos e inquietudes, a sentirse comprendido, querido e integrado entre sus iguales

  8. Reconocer que sus conductas desadaptadas o rabietas pueden aparecer. Hemos de ayudarles a comprenderlas y no van a impedir que nosotros les animemos a seguir afrontando las dificultades, a ser valientes y a superarlas.

  9. Todo ello ayudará a la valoración que tienen de ellos mismos, en definitiva, en la construcción de su autoestima.


Durante su desarrollo le hemos de ir ofreciendo herramientas adaptadas a su edad y recursos de su entorno para entender mejor el mundo que les rodea.


Siguiendo estos consejos desde pequeños, conseguiremos que un niño o joven NAS llegue a ser un adulto feliz.

 

Ana Ruiz Montoya

Psicóloga Col. Nº M-16245

Centro Psicológico Loreto Charques

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