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Foto del escritorCentro Psicológico Loreto

El Síndrome del nido vacío (2ª parte)


En mi anterior artículo os hablaba sobre el Síndrome del nido vacío.


En esta segunda parte os planteo la siguiente pregunta: ¿Cómo debemos gestionar, la salida de nuestros hijos que ya han crecido, del hogar familiar, para que el cambio sea positivo tanto para los padres, como para los hijos?


Si desde pequeñitos les hemos fomentado, no solo el #amor hacia sí mismos, sino el #desarrollo de su #autonomía, veremos cómo se van adaptando progresivamente a esa nueva vida, que como nosotros hicimos en un momento, será el comienzo de una nueva etapa de independencia y de desarrollo personal.


Para nosotros, es el momento también de ver cómo se desenvuelven y de recoger los frutos que durante tanto tiempo fuimos sembrando en ellos


Si lo vemos como una nueva etapa, tanto en su vida, como en la nuestra, y no como una pérdida, lograremos fijar nuevos objetivos para llenar y disfrutar de este momento en el que estamos.


Es hora de reencontrarse con la pareja o con nosotros mismos; de llenar esos tiempos con todos esos #hobbies que dejamos en el camino durante la crianza de nuestros hijos, y de vivir nuevas #ilusiones


La #madurez nos habrá dado ya las herramientas que antes no teníamos, y podremos por primera vez gozar del absoluto control y disfrute de nuestra vida.


Terminaré este #post con la definición que el nobel de literatura Jose Samarago hace sobre lo que es un hijo:


“Hijo es un ser que Dios nos prestó, para hacer un curso intensivo sobre cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles el mejor ejemplo, y de cómo aprender a tener coraje. Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que se pueda tener, porque es exponerte a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente, y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? No es nuestro; fue un préstamo, el más preciado y maravilloso préstamo, ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por ellos mismos; luego les pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias… Dios bendiga siempre a nuestros hijos, porque a nosotros ya nos bendijo con ellos.”


María Jurado Madico

Psicóloga Col. Nº M-08685

Centro Psicológico Loreto Charques

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